Hace unos días volví de mis vacaciones, después de estar en un paraíso sin comparación llamado Los Roques. Durante 5 días, mi vida fue playa, sol y amigas. Me fui de ahí envidiando la vida de los que viven allá. No podría ser más opuesta a la vida en una ciudad... Cuando no tenés interferencias y estás sólo en el medio de mar, con sonidos que nada tienen que ver con autos, sos vos y eso. Nada más ni nada menos.
Volví a un torbellino de cajas y me mudé en 3 días. Un paso más cerca de mudarme a Chile.
Por suerte, mi media papaya comparte mis inquietudes y mis deseos de eventualmente instalarme en un lugar que tenga más de naturaleza que de ciudad.
Pero quedé fascinada con ese lugar. Vayan. En serio. Vale la pena.
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