Cada vez
más, se encuentran estudios que conectan el estrés con el cáncer y el cáncer
con el estrés. No como causa principal, pero si como el factor que crea un ambiente
propicio para un tumor. Obviamente resulta imposible prohibir el estrés, aunque es un concepto bastaaaante interesante… Lo que sí podemos hacer es
empezar a ser conscientes de dicho estrés y hacer cosas al respecto para estar
lo más saludable posible, físicamente y emocionalmente. Dicho de una manera más
linda pero igual de moralista (ja!) estamos hablando de mejorar nuestra calidad
de vida. A través de ejercicios de respiración y relajación de los músculos,
encontrar solución a problemas insistentes como la fatiga, identificar personas
(familiares o amigos) que sean un soporte para uno, comunicar las necesidades
(médicas y psicológicas) de modo conciso y directo, aumentar la actividad
física diaria (ejercicio), mejorar los hábitos alimenticios y encontrar el modo
de aprender a lidiar con los efectos secundarios y mantener un tratamiento de
seguimiento. Esto podría ser útil para cualquier persona, con o sin cáncer.
Pero tampoco soy evangelista de la salud ni me parece que todos deberían ser absolutamente saludables ya que incluso eso, al extremo, podría causar más
estrés que relajamiento, en algunas personas. TODOS tenemos vicios. Cada uno
sabrá hasta qué punto se hace cargo de su salud y hasta qué punto se las juega.
Lo que
comprobó la psicóloga Bárbara L. Andersen, es que reduciendo los síntomas de
estrés y depresión, el sistema inmunológico funciona mejor y se obtiene un
mejor perfil psicológico. Asimismo, la reducción del estrés a través de una intervención
psicológica podría frenar el proceso inflamatorio y, de este modo, reducir la
recurrencia. Sin embargo, aun se está estudiando el costo de estos
procedimientos para ver si es viable que se introduzcan en los planes de salud.
Cuando uno
termina el tratamiento, piensa que ya está, que finalmente todo se terminó y
uno puede seguir adelante con su vida, como cualquier otra persona. Pero la
realidad es diferente. Uno tiene que lidiar con todos los efectos secundarios,
algunos temporales, muchos no. Algunos peores, otros no tanto. Hay que aprender
a aceptar que uno ya no es quién era y eso puede ser molesto y frustrante,
pero también puede ser liberador.
Pero ahora pasemos del estrés post-traumático al crecimiento post-traumático y por qué uno siente que es lo mejor y lo peor
que le pasó en la vida. Todos los clichés cobran un nuevo significado y uno
vive las cosas momento a momento. Al mismo tiempo el mundo sigue dando vueltas pero uno está ahí sentado, mirando. Algunas personas descubren a
Dios, yo me descubrí a mí misma y me sigo sorprendiendo.
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